lunes, enero 24, 2005

El país de Blumberg y Maradona


Estos dos símbolos mediáticos son expresión de un pueblo esquizofrénico. Como ratones en inmensa jaula, sobre la que se han dosificado por largo tiempo choques eléctricos, los argentinos corren a ciegas, sin encontrar verdaderas razones para la cruel angustia que los conduce.


Prestidigitadores

Es muy fácil para los medios magnificar o minimizar una manifestación. Cuando la empresa El Liberal tenía interés en obtener la concesión del agua, en Santiago del Estero, publicaba cada día en primera plana fotos de movilizaciones contra el deficiente servicio estatal, a todo color. Ellas daban la impresión de un repudio masivo, cuando en realidad constituían pequeños grupos de vecinos empeñosos que habían fabricado -eso sí- anchas pancartas, junto a un sacerdote que los acompañaba. Se trataba sólo de que un buen fotógrafo encontrara el ángulo justo para su cámara. Luego de la privatización -para la que se aliaron tres potencias hegemónicas: los Ick, los Curi y El Liberal- se efectuaron movilizaciones verdaderamente masivas (pues los problemas continuaban sin solución, con la agravante de que sus tarifas se habían ido al triple). No existían, para Canal 7 (único canal televisivo de Santiago, propiedad de Ick), ni para El Liberal. Por causa de ello ambos medios tuvieron que padecer escraches masivos, que casi llegan a situaciones de violencia popular.
Veamos un ejemplo contrario al mencionado por nuestro párrafo inicial. En España, el 20 de junio de 2002 se efectuó una huelga general activa. Convocada por las CCOO (Comisiones Obreras), tuvo un acatamiento impresionante. No sólo fue faltazo, sino también movilización: las manifestaciones obreras llenaron las calles de las principales ciudades españolas ese día, y fue una fiesta. Que para la televisión española no existió: TVE (el canal oficial) pasó breves tomas, mostrando puñaditos de
gente que se reunían con pereza. Sugerían con ella una movilización pequeña. ¿Qué había pasado? Si los camarógrafos habían cubierto todas las expresiones obreras de esa jornada. El director del canal (fiel al PP) había dispuesto pasar sólo las tomas de los minutos previos, e incluso filmaciones viejas, tomadas de archivo. Fue denunciado ante los tribunales por ello.
Finalmente, el 25 de julio de 2003, un juez -Pablo Burgos de Andrés- dictó sentencia contra el canal, por "Ocultamiento de datos y manipulación de la información". Lo condenaba a proyectar todas las filmaciones de la inmensa manifestación, que poseía pero había omitido. Y en sus noticieros centrales. Pero había pasado más de un año ya. El objetivo social, mostrar que en la España del neoliberalismo no había protestas obreras de importancia, se había cumplido eficazmente. *

El "blum" de la inseguridad

Cuánto más fáciles son las cosas, si ocurren manifestaciones que puedan usarse para favorecer a los poderosos, y al mismo tiempo resultan masivas. Ello se da, como una situación mágica, para los Ramos, Haddad, Noble, Manzano, Moneta y sus impresentables lacayos Rico, Patti, Ruckauf: Blumberg acaba de abrirles una mega-carretera.
Luego de un momento inicial de perplejidad los sectores más lúcidos de la población reaccionaron. Lo hicieron -otra vez- manifestando sus opiniones a través de internet, por medio de una profusa campaña de información espontánea. A través de ella se hacen notar básicamente los siguientes conceptos:

-Que en las últimas décadas se reformaron innumerables veces los códigos penales y procesales, nacionales y provinciales, aumentando penas, sin provocar con ello la más mínima disminución de la delincuencia, sino todo lo contrario (al igual que en Brasil, Venezuela, México, Guatemala, etcétera, donde se intentara antes el mismo "remedio").
-Que cada vez que los legisladores aumentan penas, lo hacen sin estudios técnicos que los avalen y con el solo objeto de conseguir rédito electoral o mantener el statu quo.
-Que si se acepta la actual demagogia se contribuye también a la defensa de las mafias, las mismas mafias crecidas en la provincia de Buenos Aires al amparo de quienes vociferan: "mano dura".
-Que la única forma de empezar a solucionar los problemas de seguridad es con una política integral, que desarticule las connivencias entre los intendentes, la policía y el delito organizado. **
-Que las mafias comenzaron a organizarse bajo el amparo de la última dictadura militar, contando con la complicidad, la intervención y la impunidad de las fuerzas de seguridad.
-Que por ello es indispensable que el reclamo exija, siempre, el respeto por las garantías constitucionales, los Derechos Humanos y los Tratados Internacionales que la Argentina se comprometió a cumplir.
-Que el dolor de Blumberg, como el de los padres y madres de miles de pibes y pibas de barrios humildes, asesinados todos los días, muchos de ellos a manos de la policía, no debe conformarse con la demagogia de reformar leyes a cada rato, sino con atacar las verdaderas causas de impunidad y marginación. Los resultados se verán a largo plazo, pero se verán. De la otra forma solo empeorarán las cosas como viene sucediendo hasta ahora.
- Que la exigencia para que nuestros políticos trabajen, no debe ser que lo hagan con la rapidez de los tiempos televisivos, sino con la constancia, la dedicación y la reflexión que se merecen estos temas tan graves.
-Que la única manera de tener un futuro sin violencia es construyendo un País Justo y Solidario, en el que todos tengan acceso a la educación, a la salud y a la justicia, en donde se combata la impunidad, para que la impunidad de ayer no genere las mafias de hoy.
-Que cuando el miedo o la venganza irracional impulsa los reclamos de una sociedad, se producen las peores tragedias históricas.

Esta última afirmación adquiere particular trascendencia si la analizamos a la luz de la experiencia histórica: fueron la frustración, la inseguridad, la angustia, la humillación de todo un pueblo -el alemán- las que lo llevaron a proyectar al gobierno a uno de los regímenes más demoníacos de toda la historia: el nazismo. Con consecuencias, por cierto, nada beneficiosas, ni siquiera para ese mismo pueblo.

El "pibe de oro"

Sólo por pusilanimidad, quienes hacemos nuestra profesión del pensar podríamos enrolarnos en el coro mediático de adulación a este personaje desagradable y embarazoso en que se ha convertido Maradona hoy. Sin desmerecer sus logros juveniles, un hombre como él, opaco, de modestos recursos espirituales, gravemente estragado en lo más esencial de su persona, debería ser puesto en su lugar por una sociedad bien constituida.
Este no es otro que el de un ex deportista maníaco, que debe recibir tratamiento no sólo medicinal sino también psiquiátrico. El que no sea así, el que por el contrario suscite "cadenas de oración", o la concurrencia de cientos de personas y la atención de miles y miles en todo el país, denota una sociedad enferma.
Otra es la exégesis que debe hacerse del uso de esa enajenación popular, implementado por las grandes empresas de difusión masiva. Porque ellos la alientan y lucran con su estimulación. Sabiendo que se trata de una chifladura inconducente, catarsis vana para frustraciones colectivas, de larga data, sin ninguna posibilidad de construir salidas a las infecciones sociales que originaron dicha postración interior. Estas son la falta de horizontes ciertos, el canibalismo social, la incertidumbre cultural, el desprecio a sí misma de toda una comunidad, abandonada durante siglos por sus clases dominantes, parasitarias y en primer lugar fracasadas.
Por el contrario, parece de "buen sentido común" aplaudir la instalación, como un modelo social, de este individuo grotesco, degenerado, que no trepidó en abandonar a sus hijos luego de haberlos concebido, envuelto constantemente en escándalos prostibularios y acomodándose siempre al lado de los poderosos del mundo, que lo toleran sólo como a un mal bufón.
¿Cuál es la enfermedad social que nos lleva a tomar tales fenómenos de hospicio como a paradigmas colectivos?...

El golem sarmientino

Las clases medias argentinas incubaron el bacilo de nuestra invalidez cultural durante dos siglos. Y cuando decimos "cultura" no nos referimos al vago concepto administrativo que sitúa tal cuestión más o menos en el área de la literatura, la música o los espectáculos. Aquí decimos "cultura" para referirnos al complejo espiritual más profundo de una nación, sus creencias y sus costumbres, la manera como emprende su actividad cotidiana -o la falta de ella-, la columna vertebral ideológica de todo un pueblo, en suma.
Las clases medias argentinas fueron esmeradamente cultivadas desde el siglo XIX, por un estado en manos siniestras, bajo conceptos tales como "gobernar es poblar", "educar al soberano", o "civilización y barbarie".
En los cuales "poblar" significó asesinar a miles y miles de aborígenes, privándolos de su propia tierra, para entregar ese espacio feraz a los asesinos y sus predilectos, los inmigrantes (preferentemente germánicos o anglosajones). "Educar" fue un intento de transplantar los conocimientos gestados durante siglos en un determinado lugar geográfico (Europa), violentando a través de fórceps conceptuales las culturas locales, cuando no borrándolas directamente. "Civilización" y "barbarie" representaron, en manos de los alienados que planearon nuestro futuro, instrumentos bélicos, destinados a aniquilar hasta la raíz tendencias naturales, que habían sobrevivido aún a las anteriores agresiones externas.
Hacia 1870 queda consolidado a sangre y fuego este plan suicida, desde el gobierno. Mitre garantiza el "libre cambio" como política oficial. Con ello se afirma el aparato agroexportador, que con el apoyo de ferrocarriles ingleses consolidará la ecuación política del imperialismo británico: "la Argentina será granja proveedora de materias primas y de alimentos, e Inglaterra, su taller industrial" (1)
Comienza a impulsarse, entonces, el proyecto de enajenación cultural. La inmigración anglosajona y germánica fracasa: no les interesa a estas etnias, de países relativamente prósperos, emprender colonizaciones azarosas. Nos llenamos en cambio de itálicos, eslavos, checos, polacos, piamonteses, uigures, gitanos, rumanos, gallegos, vascos, etcétera: es decir aquellos que sienten su seguridad amenazada, o no encuentran cabida en la infraestructura económica y social europea. Para decirlo claro, los sobrantes, los remanentes del sistema. Más tarde se sumarían árabes sin
cabida en El Líbano o Siria, israelitas sin nación, armenios, coreanos... No los trae un ánimo de fundación épica -como a los cuáqueros de Winthrop- (2) sino el malestar, la pobreza, la alienación...
El mismo Alberdi viejo reniega de su ilusión "civilizatoria", ante los resultados concretos. Pero ya es tarde para volverse atrás. Se ha puesto en marcha el aparato destructivo desde el estado mismo, sustentado en clases dominantes mediocres y asimismo alienadas.

Un país de utilería

La población argentina quedaría inmovilizada entonces en un titánico cepo de tendencias encontradas: por un lado, el complejo resultante del sedimento aborigen semiahogado por la antigua superestructura medieval española. (3) Por el otro, la moderna superestructura liberal, fundada supuestamente sobre los valores de la eficiencia económica. Pero sustentándose en quienes ya han fracasado en Europa (lugar de origen del sistema).
Entonces, la predicación etnocentrista anglo-germánica, sobre una inmigración de sobejo europeo, precipitado mayormente por quienes fuesen excluidos de tales razas, crearía conciencias fragmentadas, sobre el descreimiento inconsciente de lo expresado por fuera. Con más razón estos conceptos fragmentarían personalidades árabes, azeríes, ugrofinesas, sicilianas, sefardíes, pomeranas, várdulas, que constituyeron el componente real de las oleadas inmigratorias caídas en la Argentina antes de su extinción como tales, hacia principios del siglo XX. Se les estaba diciendo que los rubios eran las razas superiores y resulta que ellos en general no eran rubios. Esto generó un morboso deseo por diferenciarse de la etnia local, su antinómica conceptual, los hispano-aborígenes, los "negros".
Por su parte los mismos hispano-aborígenes que escalaban o conservaban posiciones de medio o alto nivel económico eran educados en estas concepciones, culturalmente genocidas. Lugones, extraordinaria inteligencia del siglo XIX, fue a la vez constructor y víctima de esta terrible descuartización. Consciente del inmenso valor de nuestras esencias culturales, debió vivir negándolas en su conducta personal, para
poder ser admitido como servidor de una oligarquía que llegaba a la cima de su traición. La Argentina de Pellegrini, Roca, Wilde, Juárez Celman... mediopelo cultural ignorante, que asesinó a una nación. Esta tensión monstruosa entre lo que se es y lo que se muestra, terminó llevando al suicidio a Lugones, un gesto que debe ser tomado como el símbolo de nuestro destino trágico.

Al fin, las amplias masas, integradas con un mayor gramaje de sangre india -por lo tanto, más cercanas que ninguna a las tendencias culturales propias de la tierra-, se veían obligadas a autonegarse, para sobrevivir en un país que se había convertido en verdadero campo de concentración y exterminio cultural hacia "los dorados 80" (1880). La angustia de Martín Fierro es fiel reflejo del dolor de un pueblo entero, que siente -aunque de un modo impreciso- que se le está arrancando a jirones su identidad. También el tango.

Reencontrar el camino

El error histórico de nuestras clases dominantes fue aferrarse al modelo cultural equivocado. Toda nación tiene una "columna vertebral" de ideas y tradiciones, sobre la cual debe construir su destino histórico. El nuestro era el conformado por el núcleo hispano-aborigen, dolorosamente acrisolado en el Noroeste Argentino, durante el periodo fundacional de la conquista y colonización. Desde 1550 hasta 1750 aproximadamente, durante dos siglos, se conformó este embrión que de haber continuado su desarrollo vital, nos hubiese llevado a conformar un país con fuerte identidad cultural y un orden socioeconómico definido.
Este sentido elemental de nuestra historia fue alterado drásticamente a partir de que logran tomar la conducción de nuestra nación las clases medias portuarias, deficientemente instruidas pero con grandes ímpetus revolucionarios, sustentados, además, secretamente sobre el proyecto expansionista del imperialismo inglés. Caemos entonces, de lleno, en la trampa del endeudamiento crónico y la progresiva anomia espiritual.
A diferencia de Cuba, México, Venezuela o los países centroamericanos en general, que desarrollaron con coherencia su identidad nativa, Argentina comenzó pues, desde Rivadavia en adelante (4), una sistemática simulación que nos llevaría al desastre.
La confusión consiste, asimismo, en creer que la prosperidad objetiva es el único parámetro para medir el éxito en una sociedad. Por el contrario, países que no están a la vanguardia económica en el mundo, pueden vivir existencias más sanas y equilibradas que otros donde se verifica un elevado standard de confort. Así, la República Dominicana o Cuba sustentan niveles de tranquilidad social envidiables, mientras que Suecia y Noruega presentan los más altos índices de violencia doméstica, suicidios y violación de niños en toda Europa. Y EE.UU. es uno de los países con mayores niveles de crueldad y perversión social sobre todo el mundo.
Se trata, entonces, de reconstruir nuestra identidad, profundizando y revalorizando los elementos esenciales de nuestra cultura, que fueron abandonados por una política errónea a mediados del siglo XIX. Sólo ese empeño concertado, entre un pueblo en constante movilización y un estado consciente, con objetivos claros, podrá llevarnos a un camino de genuina realización nacional. Situación ideal en la que no necesitaremos ni Blumbergs ni Maradonas para llenar nuestro angustioso vacío existencial.

Autonomía, 16 de abril de 2004


Notas


* El impacto de esta medida jurídica fue tal, sin embargo, que llevó al gobierno del PP a ¡eliminar lisa y llanamente los noticieros de la televisión, sustituyéndolos con "entretenimientos"! ¡A tal punto llegaba la condición cavernaria del fascismo encubierto, que gobernaba a esta pobre nación, hasta su reciente derrocamiento en las urnas! Su inmoralidad quedó palmariamente al descubierto con la perversa manipulación mediática a que fueron sometidos los atentados del 11 de marzo de 2004, acción que colmó el quintal. Pero si no hubiese sido por los medios alternativos de
internet, la maniobra criminal de la banda plutocrática que gobernaba España hubiese culminado con éxito, ya que TODOS los medios informativos empresariales fueron sus cómplices.
** La muerte del reportero Cabezas nos debe recordar el informe publicado por la revista Noticias varios años atrás, con el concurso de ese fotógrafo, denominado "Maldita policía". En aquellos informes se denunciaba una verdadera asociación ilícita, compuesta por TODOS los oficiales de la policía bonaerense. Esta organización se había repartido el inmenso territorio de la provincia por zonas y rubros: prostitución, drogas, secuestros extorsivos, robos a mano armada (para los que utilizaban a presos), tráfico de armas... Con la protección de intendentes
y funcionarios judiciales, legisladores, etcétera, la mafia bonaerense aparecía como una de las principales "fuentes de trabajo", para miles de pobres adolescentes sumidos en la pobreza más espantosa, desde su nacimiento en Villas Miseria. Hasta ahora, no hay indicios de que esta mafia haya sido verdaderamente atacada en su núcleo, por ningún gobierno.
(1) Víctor M. Sonego. Las dos Argentinas. Ediciones Don Bosco. Buenos Aires, 1983. Página 111.
(2) "El puritano inglés John Winthrop (1588-1649) organizó una numerosa partida de colonos, y en 1630 un total de 17 barcos que transportaban casi un millar de personas zarpó hacia Massachusetts. De este modo se fundó Boston, nombre de la ciudad inglesa de la que procedía el grupo". Isaac Asimov. Cronología del Mundo. Ariel Ciencia. Barcelona, 1992. Página 354.
(3) "...esa España que batalló siete siglos contra el invasor moro; en la cual no penetró el individualismo protestante de la Reforma, ni conoció la revolución burguesa; la que alcanzó con Felipe II su hora de mayor esplendor y a la cual los franceses Borbones no pudieron quitarle sus atributos fundamentales inspirados en las cualidades del espíritu medieval, o sea, el valor personal y físico, la lealtad, la largueza o generosidad y fundamentalmente la fe en Dios". Víctor M. Sonego. Las dos Argentinas. Ediciones Don Bosco. Buenos Aires, 1983. Página 17.
(4) Rivadavia era un hombre moreno, de tono subido, hasta el punto que algunos lo llamaban "el mulato". Sin embargo, se acicalaba como un lord inglés, y desde el punto de vista ideológico sustentaba un absoluto desprecio por el criollo argentino, así como una sumisión servil hacia el etnocentrismo anglosajón. Comienza con él la equívoca conducta cultural de los gobernantes argentinos, destinada a retrasar por siglos el desarrollo histórico de nuestra nación.

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