lunes, mayo 30, 2005

Nuevo eje antiimperialista: Cuba-Venezuela

La alianza estratégica entre Venezuela y Cuba está jaqueando de un modo permanente la geopolítica de dominación estadounidense sobre América Latina. Con lazos cada vez más poderosos hacia otros importantes países del Tercer Mundo, se potencia extraordinariamente, además, con la creciente movilización mundial de repudio al imperialismo norteamericano.


Con blanda mano acostumbrada a recibir dólares norteamericanos,
Uribe difícilmente pueda llevar a cabo exitosamente una embestida
contra la alianza Cuba-Venezuela.


Por Julio Carreras (h)

Venezuela se ha convertido en un trago cruel para la administración Bush y su política genocida hacia la región, con base en la cipaya administración colombiana.
Las preocupaciones gubernamentales de EEUU y Colombia sobre el "armamentismo" emprendido por los venezolanos no sólo están motivadas por la "capacidad de fuego" que este país va adquiriendo, con una flota de aviones de ataque de última generación, los fusiles AK rusos, los aviones brasileños o las corbetas nuevas españolas. Sus miedos se enfocan, principalmente, en su alianza cada vez más fuerte con la República Socialista de Cuba.
"No es imposible que, a la vuelta de algún tiempo, tengamos a un vecino inmensamente rico, armado hasta los dientes, en plan de desarrollar un programa nuclear aliado con Irán y en ruptura con Estados Unidos", señala un editorial del 24 de mayo de El Tiempo de Bogotá.
Expresa el editorial que el Presidente Chávez va camino de convertirse en la verdadera "piedra en el zapato" de los Estados Unidos en la región. "Un mandatario de potencia petrolera, que profundiza la alianza de su país con Cuba, maneja un lenguaje antiimperialista frontal y promueve abiertamente mecanismos regionales alternos..."
Es que la acertada política militar venezolana está logrando transformar a sus ejércitos regulares una verdadera fuerza militar, al servicio de su república y su pueblo. Y no fuerzas de ocupación dependientes de los Estados Unidos -como lo son en la actualidad todos los ejércitos sudamericanos. En una primera etapa logró purgar los altos mandos corruptos y vacilantes que dieron sustento a la intentona golpista del 11 de abril. Esta primera depuración libró al país, también, de militares que habían firmado los documentos para solicitar el revocatorio o de quienes participaban encubiertamente de planes conspirativos.
Paralelamente, se desarrolló una política de deslinde con Estados Unidos en materia de adquisición de armamentos y dependencia tecnológica. Tal política se complementó con el retiro definitivo de la misión norteamericana de Venezuela y la suspensión de los cursos de Estado Mayor y otras especialidades en la Escuela de las Américas y otros centros de instrucción militar en EEUU.
La siguiente etapa se desarrolló con un plan de adquisiciones compatible con los armamentos y la tecnología utilizada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba (FAR) que incluyó la adopción de un uniforme militar similar al utilizado por esa fuerza antillana. Esta actitud valiente de la administración venezolana, tiene también un alto contenido simbólico: representa el alineamiento ideológico con la única fuerza militar latinoamericana que ha conservado la dignidad y una patriótica actitud de defensa soberana continental en el siglo XX.
Coherentemente, se adoptó una concepción de Defensa similar a la desarrollada por las FAR de Cuba y que tiene su origen en la amenaza que representan para América Latina los imperialistas Estados Unidos. Tal estrategia global se denomina "Guerra de todo el pueblo"; ella parte del principio de que todo el pueblo debe estar preparado para la lucha, donde cada ciudadano es un soldado para la defensa.

Recuperar la Patria

El comandante Fidel Castro -un verdadero orgullo para los pueblos latinoamericanos- ha sostenido reiteradamente que no temen la superioridad de medios ya que "si nuestro país fuese agredido, e incluso ocupado por fuerzas poderosas, cada hombre o mujer, donde quiera que se encuentre puede ser un ejército". En efecto, resulta admirable que con tan pequeñas posibilidades geoestratégicas y militares, Cuba haya sido el único país de América Latina que supo resistir con alta dignidad los embates del poderoso gigante imperialista norteamericano.
El esquema estratégico fue adoptado actualmente por el Presidente Hugo Chávez, en su concepto de "Defensa integral", expuesto en su alocución en Fuerte Tiuna en noviembre de 2004 y lanzado el 4 de febrero de 2005, cuando decretó el nacimiento de la reserva militar. En esa oportunidad, señaló que destinaría mayores recursos "para que la reserva militar siga creciendo en cada región, en cada barrio..." La adopción de esta política está relacionada con el planteamiento de hipótesis de guerra que ha adoptado el gobierno del Presidente Chávez, según la cual Venezuela está amenazada de invasión por Estados Unidos a través del Plan Colombia.
Aunque comparativamente las Fuerzas Armadas de Venezuela y Cuba, en conjunto no se equiparan con el monstruoso aparato destructivo de los norteamericanos, alianzas militares como la del Mercosur, integrada por Brasil, Chile y Argentina, potencian la posibilidad de éxito de los países pactantes frente a una agresión de un enemigo tecnológicamente superior. Aunque aún no existe un pacto formal firmado entre los gobiernos de Cuba y Venezuela en materia militar, es evidente que tanto el Gobierno como la FAN cada día estrechan más los lazos económicos, tecnológicos, políticos y estratégicos en todas las áreas, incluyendo la militar.
Esa alianza en el campo militar, que tanto preocupa a los imperialistas, es la que podría darle a Venezuela una ventaja comparativa frente a sus enemigos en un eventual conflicto de mediana intensidad, especialmente frente a Colombia. Hay que resaltar que la política militar colombiana está basada fundamentalmente en la lucha interna: es decir, contra su propio pueblo. La posibilidad de un conflicto exterior está en segundo plano y en la actualidad no está preparada para una ofensiva externa. Y como quedó demostrado en la Guerra de Las Malvinas, los ejércitos torturadores y asesinos de su población suelen estar compuestos por un hato de cobardes que se entregan prácticamente sin combatir frente a enemigos de envergadura militar.
Por otro lado, en caso de estallar un conflicto entre Venezuela y Colombia, el apoyo del mismo pueblo colombiano podría ser la tercera pata de un eje militar (Venezuela-Cuba-FARC), que podría activarse con resultados demoledores para las fuerzas colombiano-estadounidenses.

Una nueva configuración antiimperialista

Aun cuando las Fuerzas Armadas de Cuba han disminuido en casi 50% su capacidad operativa desde que cayó la Unión Soviética, en la actualidad siguen siendo una de las más poderosas de América Latina, con un ejército probado en numerosas intervenciones militares en África y Latinoamérica.
Con atinado criterio además, el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela ha ido reactivando lazos de lo que otrora fuese el poderoso movimiento geopolítico internacional de los "No alineados". Quienes tengan memoria y suficiente edad, recordarán el cimbronazo profundo propinado por estos países al imperialismo en los 70, a través de la por entonces flamante OPEP, cuando hicieron tambalear la economía del mundo imperial con el simple recurso de controlar soberanamente los precios del petróleo.
Tejiendo cuidadosamente sólidos acuerdos con la República Popular China, con la India y con algunos países geoestratégicamente importantísimos, como la República Islámica de Irán, tanto cubanos como venezolanos se están asegurando una plataforma mundial de alcances aún impredecibles. Ellos bien podrían volcar la balanza hacia estos pueblos latinoamericanos, en caso de que el imperialismo norteamericano se atreviese a intentar su sometimiento por la fuerza.
Si a esto sumamos la creciente movilización mundial, en la que miles de personas de todo el mundo se levantan cada vez con más eficacia en contra de las políticas criminales del capitalismo salvaje, cuyo núcleo de acero está representado por los Estados Unidos, la situación se vuelve cada vez más oscura para los intereses imperialistas en cualquier lugar de la Tierra. Pues bien, poco a poco esta gigantesca marea de pequeñas, medianas y grandes organizaciones piqueteras, antiglobalización, campesinas, sociales, está articulando sus planes de constante corrosión y boicot al imperialismo económico mundial, con los movimientos políticos de estos países cuyos gobiernos están en manos de dirigentes populares.
Se comprende entonces que los asesores militares del Pentágono y el gobierno títere colombiano no las tengan todas consigo: nuevamente surgen, en América Latina, posibilidades ciertas de independencia y dignidad. Algo intolerable para la potencia anglosajona, que ve decaer sus perspectivas de dominación en todos los frentes, a un ritmo que jamás hubieran soñado 10 años atrás.

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