martes, enero 31, 2006

El futuro de la humanidad

Por Julio Carreras (h)
Imagen: Ana Maria Henriques da Silva


Reproducimos un artículo escrito en diciembre de 2002 y publicado en Indymedia, una red abierta de información internacional.

La humanidad ha alcanzado hoy, 18 de diciembre de 2002, una situación insostenible. Dos grandes alternativas se ciernen sobre su destino, como posibilidades inmediatas:

1ª.-La guerra mundial.
2ª.-La esclavización de todos los pueblos.

La primera, una guerra con utilización de armas nucleares, traería como consecuencia la devastación de los centros industrializados. Con ello, la desaparición de la tecnología y confort. La segunda, el sometimiento a una dictadura mundial, por el contrario infundiría un impulso poderoso a la evolución tecnológica, elevando el confort para los privilegiados. El precio sería el exterminio de aproximadamente dos tercios de la humanidad por exclusión.

Origen del problema

La causa de esta contingencia explosiva es el triunfo temporal de la concepción capitalista sobre el mundo. El proceso comenzó a dibujarse apenas finalizada la Primera Guerra Mundial, para alcanzar su punto máximo el 11 de septiembre de 2001, con la destrucción de las Torres Gemelas. Sus resultados estructurales se establecieron sobre la humanidad, con progresiva solidez, desde 1980. Esto fue posible por la aniquilación de los movimientos revolucionarios durante los 60 y 70. Una vez destruidos completamente los mecanismos defensivos desarrollados, trabajosamente, durante un siglo de lucha por los sectores más honestos de la población, se impuso el régimen insensato que gobierna las relaciones humanas hoy. Esto es, el capitalismo salvaje. Veinte años de su imperio arrojan los siguientes resultados:

1) Reducción hasta la insignificancia de los derechos de los trabajadores.
2) Destrucción de la naturaleza no-humana en un grado sobrecogedor.
3) Enervante confusión cultural.
4) Perversa concentración del poder.

La concentración del poder

Las estadísticas demuestran que en toda la historia de la humanidad nunca el poder económico disponible fue tan inmenso como el que hoy existe. Tampoco nunca estuvo concentrado en tan pocas manos. Solamente guiándonos por los depósitos bancarios, podemos constatar que las fortunas convencionales acumuladas alcanzarían para sustentar confortable y felizmente a todos los habitantes del planeta por unos quinientos años. Sin embargo, se mantienen allí, sin prestar beneficio alguno, más que servir como agentes de especulación para multiplicar su tamaño virtual. Una pequeñísima parte de esas fortunas es utilizada por sus detentadores para sustentar una existencia de sensualidad abusiva y consumo exorbitante. Les sería imposible, individualmente o como familias, aplicar durante sus existencias las inmensas sumas de dinero acumuladas, pues carecerían del tiempo necesario, incluso durante varias generaciones. Los mismos detentadores de esas fortunas concentran el poder militar, cultural y político en el mundo entero. En Estados Unidos se constituyó en 1921 el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR), fundado por el banquero Morgan. Desde entonces no ha hecho más que fortalecerse, concentrando en sí la verdadera capacidad decisiva en los asuntos del mundo que se canaliza a través de sus gobiernos. Conducidos por la corporación estadounidense, los países más prósperos han constituido el llamado G8. Ellos trabajan muy activamente hoy por la adhesión de la única potencia todavía fuera, China marxista.

Confusión cultural

Las poderosas corporaciones han constituido centros culturales de dominación mundial. Los más importantes de ellos son la Comisión Trilateral y el Club de Roma (ambas creadas por el grupo Rockefeller). Uno de los presidentes más conspicuos de la Comisión Trilateral, Zbgniew Brzezinsky escribió: "La era tecnotrónica va diseñando una sociedad cada vez más controlada. Esa sociedad será dominada por una elite de personas libres, con valores tradicionales, que no dudará en realizar sus objetivos mediante técnicas depuradas con las que influirá en el comportamiento del pueblo y controlará y vigilará con todo detalle a la sociedad..." Y más adelante: "... llegará a ser posible ejercer una vigilancia casi permanente sobre cada uno de los ciudadanos de todo el mundo" (artículo de la revista Encounter). El propósito de estas centrales de pensamiento, cuya conducción ocupan científicos, es manipular las mentes de todos los habitantes del planeta, para hacerlos dóciles al destino prefijado. Ellos han estudiado las aspiraciones más profundas de los humanos, expresadas en sus culturas, para crear doctrinas sincréticas, que les permitan introducir elementos de control en ellas.Despojándolas de potencial revolucionario, las convierten en agentes de dominación, al encausarlas dentro de las variantes posibles en los supuestamente amplios márgenes abrazadores del sistema. Ello permite un control eficaz desde sus centrales, siempre radicadas en los países dominantes. Han trabajado principalmente sobre las siguientes ideologías:

-El Liberalismo. Sepultando sus ideales originarios de Libertad, Igualdad y Educación Universal, lo han convertido en un simple estuche obsoleto que encubre hoy a las tendencias de la explotación capitalista más cruel.

-El socialismo. Convertido en Socialdemocracia por la 2ª Internacional -la única que pudo contar con la adhesión de Marx y Engels- consiste hoy apenas en una variante menos cruel del capitalismo salvaje.

-El cristianismo. Con mayor claridad desde su caudal protestante -pilar básico del desarrollo capitalista de Europa y Estados Unidos-, se presenta hoy con gran eficiencia también a través organizaciones católicas, cuyo paradigma es el Opus Dei. El papa Juan Pablo II actuó como un elemento clave para la consolidación del capitalismo salvaje durante el fin de siglo.

-La New Age. Funda sus orígenes en el renacimiento ocultista de principios del siglo XX. Canaliza tendencias principalmente sistematizadas por la teosofía, que fundara Madame Blavatsky durante aquel periodo, remozándola con avances científicos y doctrinas ecologistas de los 70.

-El Islam oficial. Representado principalmente por países "moderados" como Arabia Saudita o Kuwait, que destinan grandes fortunas a su difusión, constituye una versión sincrética de la doctrina mahometana. Dando preferencia a la supuesta tradición sufí, postula una integración pacífica y respetuosa en "el concierto internacional".

-El hinduismo. Con todas sus vertientes, demuestra hoy que su estructura de castas y su filosofía de desprecio por la objetividad constituye un estuche ideal para cubrir ciertas necesidades del capitalismo salvaje. Prueba de ello es que las mayores empresas de Bill Gates se han radicado allí, dando empleo a millones de indos.

-El budismo. Vertiente menor de las religiones, confluye, sin embargo, con cierta importancia en su aporte al establishment. Su mayor referente actual, el Dalai Lama, es un colaborador relevante del capitalismo salvaje.

Destrucción de la naturaleza no-humana

Hubo en el siglo XX grandes desastres en la fauna marítima durante los derrames de petróleo, los incendios forestales, los escapes de radioactividad en las plantas nucleares. Estos constituyen sólo picos máximos de la irracionalidad capitalista en relación con la naturaleza no-humana. Los procesos invisibles para la mayor parte de la humanidad, esto es, la tala sistemática de bosques, la manipulación y generación irresponsable de material radioactivo, la producción de elementos contrarios a los procesos biológicos naturales, gases tóxicos, modificación violenta de formaciones geológicas, cursos de ríos, destrucción de sistemas naturales de equilibrio mineral, constituyen un peligro mayor que estos circunstanciales sucesos, usados frecuentemente por la misma propaganda capitalista para simular una supuesta conciencia ecológica del sistema. Organizaciones como Greenpeace o los partidos Verdes, contribuyen en realidad a consolidar el dominio del capitalismo salvaje, pues sugieren la posibilidad de enmarcar la explotación dentro de límites razonables. Cuando la verdad es que dentro del capitalismo no hay límites racionales, ya que su razón de ser principal es el lucro. Dicho en otras palabras: su fundamento es la posibilidad de ponerle precio a todo lo que pueda ser utilizable por los humanos sobre esta tierra, sin medir sus consecuencias más que en términos de beneficio económico personal. Por lo tanto, lleva en su esencia misma un principio destructivo hacia todo lo que nos rodea, con fines de explotación.

Sumisión de los derechos de los trabajadores

La sobreabundancia de capitales testimoniada por los balances bancarios demuestra que no hay razones objetivas para la desaparición de industrias hoy. El desempleo que cunde en todos los países del mundo -con mayores índices en las economías débiles-, deviene entonces en una situación artificial. Pues con la aplicación de sólo una quinta parte de los capitales actualmente acumulados, se podrían crear fuentes de trabajo y sistemas de previsión estables para absolutamente todos los habitantes de este planeta. Por el contrario, esos capitales son usados como elementos de coacción sobre los gobiernos y sus poblaciones. Las mafias empresariales, del mismo modo como lo hacían las mafias criminales durante su auge de principios del siglo XX en los EEUU, obtienen grandes concesiones sobre la base de ellos por medio del chantaje. Dentro de los numerosos modos que asume ese chantaje hay dos nombres pergeñados durante este periodo infame, particularmente crueles por sus consecuencias sobre toda la humanidad: "migración de capitales" y "flexibilización laboral". El primero significa que los despiadados mafiosos del dinero pueden llevar a la quiebra a un gobierno, con el solo recurso de quitar los depósitos de grandes sumas de dinero a los bancos nacionales para llevarlos a otros países "más confiables". El segundo, lisa y llanamente permite que el patrón fije a su antojo el salario de los empleados. Esto lo convierte en una especie de dios, considerándolo capaz de supervisar las necesidades físicas y espirituales de las familias que trabajan en las estructuras de explotación. Se esgrime, como herramienta letal, el "fantasma de la desocupación". Esto ha llevado a someter hoy las posibilidades reales de los trabajadores hasta meras condiciones de indigna subsistencia. Por carácter transitivo, esta destrucción de la capacidad económica de la clase trabajadora ha traído un enorme retroceso en los Derechos Humanos de toda la sociedad.

El futuro de la humanidad

El egoísmo es el sentimiento más característico de la especie humana. Sobre él se construyeron los primeros estados. (Los más criminales hicieron valer su fuerza para obligar a los demás a servirlos. Después vinieron los más astutos y crearon leyes para justificar esa servidumbre. Por fin aparecieron los magos y descubrieron que Dios apoyaba a los tiranos.) El sistema político moderno, con sus diferentes variantes, no es otra cosa que la evolución de esa injusticia original. Todos los avances sociales y culturales de la humanidad provinieron de sectores minoritarios, impulsados por otro sentimiento que surgió posiblemente mucho después que el egoísmo. Este se llama "solidaridad". La solidaridad, nacida del dolor, impulsó ciertas personas hacia la agrupación con objetivos superiores al mero beneficio personal. Así, desde la rebelión de Espartaco, pasando por las luchas independentistas de pequeñas comunidades contra los imperios de la antigüedad, el budismo, el primer cristianismo, el liberalismo decimonónico y el socialismo de fines del siglo XIX, para nombrar a las corrientes más importantes, todas lograron arrancar contra su voluntad, al Estado criminal y egoísta, concesiones que beneficiaron a la humanidad, haciendo más tolerable su existencia sobre esta tierra. No debemos olvidar este concepto hoy, cuando inmensas potencias culturales se esmeran en un lavado de cerebro sistemático a través de los medios que dominan: cine, televisión, diarios, revistas, internet, cartelería publicitaria, megaespectáculos, circuitos culturales, sistemas educacionales, instituciones intermedias. Llevados por los infernales ritmos que impone la ambición salvaje del capitalismo actual, los tiempos se han acelerado de una manera extraordinaria. Así, deben darse respuestas inmediatas a la agresión capitalista, evitando caer en sus trampas intelectuales. Esta tiene perfiles claros. Se sustenta en principios establecidos por la sana evolución humana a lo largo de al menos 50.000 años de existencia sobre la Tierra. He aquí su enumeración:

1) Comunitarismo social. Tanto en lo interno como en las relaciones entre países, la distribución justa de los bienes, colaboración libre, sobre la base de la solidaridad y el respeto fraterno.
2) Descentralización de la economía. Que cada sociedad se sustente con sus propios recursos, fomentando el intercambio solidario.
3) Integración cultural. Sobre la base del respeto hacia las características propias de cada cultura.
4) Renuncia a la violencia. Abandonar definitivamente la fabricación de armas y la conformación de ejércitos u organizaciones que ejerzan la violencia como oficio.

Estos principios pueden practicarse en grupos pequeños formados por personas conscientes en la actualidad. Cualquiera sea el resultado de la locura capitalista durante este milenio que comienza -destrucción total de las ciudades o esclavitud- serán las únicas alternativas capaces de permitir el progreso de la evolución humana en este planeta.
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1 comentario:

Anónimo dijo...

Londres 7-J: la mentira inutil

Que el puñado de bandidos pertrechados con las armas de destrucción mas terroríficas hasta ahora conocidas sean capaces de alargar y posponer este proceso de decadencia y de inviabilidad del la sociedad del dinero debe ser, para los ciudadanos del mundo, inaceptable. Si lo fuera, esta sería nuestra derrota.
thor (ellaberinto.net) [09.08.2005 13:01] - 8 lecturas - 0 comentarios
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LONDRES 7-J: LA MENTIRA INUTIL


"Se podría decir, por tanto, que esa histórica cruzada que teníamos algunos por el descubrimiento de la verdad y por hacerla llegar a toda la ciudadanía, ha logrado un éxito sin precedentes. Nunca antes habían quedado tan en evidencia las mentiras y engaños de unos gobernantes. Sin embargo, y he aquí la gran frustración y angustia de muchos de nosotros, en nada parece que vaya a afectar a la situación actual el evidente conocimiento de la verdad entre toda la sociedad. Hemos conseguido ganar la batalla de la verdad y hemos descubierto con tristeza y angustia que nada importa ni en nada afecta. Es como si el nivel de las conciencias y de la dignidad de las personas estuviese tan bajo que ni la muerte ni la verdad logra despertarles de la sumisión y el sometimiento. Quizás esto ayuda a entender aquellos momentos de complicidad de la humanidad con tantas tragedias de la historia. No aprendemos". ("La verdad inútil" Pascual Serrano en Rebelión).

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Muchos intelectuales se inquietan y angustian cuando observan que el descubrimiento de la verdad no cambia, como no ha cambiado nunca, el signo de los procesos sociales. Ni en un sentido ni en otro. Las victorias morales, de la razón, nunca han cambiado la Historia, al menos en la inmediatez de quien busca efectos determinantes producto de causas demostrables que acostumbran ser meramente circunstanciales. Los nuevos órdenes civilizatorios han sido siempre, hasta ahora y en general, productos de la victoria de la fuerza. Si la decadente civilización de la sociedad del dinero (decadencia de la que ya escribió un gran historiador acusado injustamente de filonazi, Oswald Spengler, en los albores de la primera guerra mundial) perdura a pesar de sus enormes grietas y fisuras, a pesar de su gran irracionalidad y barbarie, a pesar de su corte absolutista y dictatorial, es por su inusitada y bárbara determinación de usar la fuerza de destrucción contra todo lo que pueda instigar o favorecer un nuevo proceso civilizatorio distinto que supondría su absoluta derrota.

Los eternos buscadores de la "ultima crisis" del capitalismo, "la definitiva", obvian que esta nunca se producirá sin que otra fuerza contraria tan poderosa y determinada como ella, aparezca, se le enfrente y la venza. O. Spengler, explica éstos postreros procesos de decadencia como "fenómenos normales de la historia, limitados en su forma y duración; como fenómenos inevitables que se extienden a pocos siglos y que, por los ejemplos antecedentes, pueden ser estudiados y previstos en sus rasgos esenciales". Podemos pensar pues, que el proceso de decadencia de la sociedad del dinero no es, ni será, distinta a otros procesos de decadencia de otras civilizaciones antecedentes. Lo podemos pensar como pura hipótesis, más esta no resiste la prueba de su contrastación con la realidad concreta donde se desarrolla. El resultado de la batalla entre dos fuerzas opositoras dirimirá el futuro en uno u otro sentido. En su fragor, que nadie lo dude, se producirán impensables actos de horror por parte de la sociedad que no se resignará a perder sus privilegios contra otra sociedad que se le opondrá, con todos los medios a su alcance, para proteger y asegurar su supervivencia y su futuro. Estos son los rasgos esenciales y simples que marcan los procesos de decadencia de todos los sistemas sociales y esto nada tiene que ver con proyectos de paz entre civilizaciones, ni con las objeciones pacifistas, ni con la paz y el diálogo entre contrarios… Bush lo sabe muy bien: En el proceso de decadencia capitalista solo la sociedad en la que la fuerza constituye el único punto de sostén del orden establecido, puede garantizar que el dinero continúe afirmando su supremacía aun cuando este haya desaparecido definitivamente del bolsillo de la mayoría de los miembros de la misma. Las paradojas siempre se dan y aparecen profusamente al final de la hegemonía de los ciclos llamados civilizatorios y raramente en sus fases de asentamiento. Desde finales del siglo XX, los hechos que acontecen en el mundo demuestran sobradamente que la organización del Capital global tiende más a ser una estructura de carácter militar y secretista (sobre la cual se asienta una estructura económica cada vez más apoyada en el pillaje y la conquista) que a una propiamente económica que correspondería teóricamente a un desarrollo capitalista sin fronteras inevitablemente forzado a la constante aplicación de nuevos avances tecnológicos y a la búsqueda y desarrollo de nuevos mercados solventes para seguir haciendo posible su continuidad: la revalorización del Capital. El desarrollo económico de China, en la que están comprometidos muchos capitales globales, derimirá en las próximas décadas ésta compleja situación. Mientras muchos capitales siguen deslocalizando empresas e invirtiendo en China ("porque no podemos hacer otra cosa": declaraciones de altos funcionarios de la administración americana), otros preparan estrategias militaristas contra lo que ya llaman el futuro enemigo potencial del único Estado Mayor del Imperio: los EEUU. Esta situación que podríamos llamar de conflicto entre el dinero y la fuerza ya se dio en menor medida con las inversiones de empresas norteamericanas en la Alemania de Hitler o de las empresas alemanas en la Rusia estalinista antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Estos conflictos siempre se resolvieron en última instancia por intermediación de la fuerza. La guerra como la salida de la crisis del Capital.

La mentira presentada como especulación razonada o como posibilidad razonable es pues inútil ante la inevitabilidad del proceso de decadencia emprendido, por que los hechos son los determinantes y las buenas verdades o las grandes mentiras, a la postre, se las lleva el viento. La intelectualidad debería comprenderlo, no soslayarlo y no hacer de ello motivo de frustración. Y especialmente comprender que la gran fuerza creadora y rebelde de la sociedad humana es la única que ha sido capaz de cambiar favorablemente el rumbo de la Historia, más aún en los momentos que ha tenido en sus manos las herramientas necesarias para hacerlo. Sus acciones de creatividad y rebeldía y no el conocimiento de la verdad o la mentira serán también la que determinarán el futuro.

La intelectualidad no debería tampoco mentir a los ciudadanos. No hay paz o guerra en los periodos de decadencia. Hay victoria o derrota. La derrota es la única tragedia de la que la Humanidad debería librarse. La derrota conllevaría a un alargamiento y profundización del estado de decadencia en donde la sumisión y el sometimiento serían aún mas relevantes.

Es impensable que los seres humanos aceptemos retroceder a formas sociales primitivas cuando está al alcance de nuestras manos poder usar unas herramientas tecnológicas en favor de la vida y de superación de los problemas perentorios de nuestra existencia como nunca anteriormente dispusimos.

Toda esta gran complicidad de la ciudadanía de los países desarrollados en la sumisión y el sometimiento a la forma de gobernar el mundo; de legalización de los actos de piratería privados; de guerras entre razas, religiones o pueblos como coartada de actos de destrucción y de pillaje; de la organización militar de la sociedad en la que mayormente se asienta la actividad económica; de la transgresión de las leyes internacionales; de los modos mafiosos y especulativos de una gran parte de la económica; del ejercicio autoritario, secretista y endogámico del poder mas propia de antiguas sociedades feudales o de la curia vaticana que de una sociedad libre y adelantada; de la separación preventiva del mundo civilizado y bienestante del mundo bárbaro y carencial (que están preparando a marchas forzadas); de la subordinación de la actividad productiva al cada vez más restringido círculo del capital financiero; de la bancarrota del Estado protector; de la institución de Estados policiales en donde se da por bueno, como mal menor, la ejecución preventiva … no es tan fácil ni exitosa como algunos puedan pensar. Cierto es que reina un gran temor y confusión en la ciudadanía, pero mucho me temo que más, en las filas de los intelectuales y estudiosos que piensan que esto podría ser evitable sin un gran cambio social.

Contrariamente pienso, que esta complicidad y este asentimiento en la guerra (que llaman contra el terrorismo) que están llevando a cabo, les es cada día más difícil de alcanzar. Las grandes coartadas capaces de arrastrar a la ciudadanía a nuevas y más horrendas empresas guerreras, a Estados policiales, al recorte de las libertades y derechos conquistados, a apropiaciones privadas de recursos y servicios… en nombre de la libertad y de la democracia, se están agotando con una gran rapidez. Porque estos son signos evidentes de decadencia y de retroceso que no podrán hacer pasar, por mucho que lo intenten, como factores de libertad y de progreso.

Las mismas y cada vez mas extendidas "dudas" sobre la auténtica autoría de terribles actos terroristas sobre las poblaciones indefensas (¿a quién beneficia? es la pregunta que una y otra vez se repite tras un acto de terror), la proliferación de teorías conspirativas, el conocimiento de las oscuras financiaciones de las redes criminales, el doble juego de los servicios secretos, las implicaciones de grandes grupos financieros en las guerras de pillaje, etc. evidencian como mínimo la sensación cada vez mas extendida de que las cloacas del poder (y su determinación en profundizar por todos los medios su Estado de guerra) funcionan en toda su magnitud. Todo esto la ciudadanía lo percibe cada día con más claridad y estupor. La sociedad que está haciendo del conocimiento la herramienta que ya forma parte de su entorno cotidiano en el trabajo, en la investigación, en el estudio… no puede ni mucho menos obviarla cuando se trata de comprender lo que realmente está aconteciendo en el mundo. Las mentiras son cada vez más, inútiles.
Aún cuando muchos ciudadanos puedan creer en la existencia de una extensa y organizada red de terrorismo islámico desvinculada de cualquier cloaca del poder, también pueden asentir fácilmente en los motivos de su desesperación, de su odio, de su deseo de venganza hacia un mundo que no solo les ha cerrado sus puertas (especialmente a las generaciones más jóvenes) sino que pretende aniquilarlos en nombre de una civilización superior. Las puertas de entrada a las metrópolis, abiertas para sus padres o abuelos se van cerrando en la medida que la fuerza de trabajo es innecesaria. Las promesas de progreso, de libertad, de soberanía en sus países de origen se esfumaron. Los líderes de la independencia colonial en los que creyeron sus progenitores fueron depuestos, derrocados o eliminados... y sustituidos por títeres pertenecientes a los sectores más retrógrados de sus sociedades. Millones de jóvenes de diferentes razas, pueblos o religiones que viven en las sociedades occidentales observan entristecidos, calladamente, como su antiguo mundo desfallece ante la mirada indiferente y petrificada de los ciudadanos que queremos a cualquier costa seguir siendo los más ricos, los más fuertes, los más decisivos... y que continuamos soñando, como el avestruz, que la barbarie no nos alcanzará. Quien no sea capaz de comprender su desesperación y su odio, no tienen ni idea de lo que es un ser humano. No tienen ni idea de las convulsiones sociales que acontecen en los periodos de decadencia.

Lo que realmente debería asustar a los ciudadanos (y hacernos meditar) no son las organizaciones terroristas de las que nos hablan los gobiernos (que en muchos casos fueron, como mínimo, inicialmente creaciones de sus propios servicios secretos) sino una nueva clase de terrorismo individual, aislado, silencioso e incontrolable, que paradójicamente no estaría relacionado ni con las redes terroristas ni aún con las islamistas... y que puede germinar de las entrañas de cientos de miles de seres humanos desahuciados por el Estado de guerra permanente que lleva a cabo la sociedad del Capital. El hombre-bomba no necesariamente espera el Paraíso para él, como algunos creen, sino mas bien el infierno para sus verdugos y sus cómplices. El 7-J es una señal.

Los ciudadanos británicos deberían tener en su memoria las declaraciones de Udham Singh tras disparar en Westminster contra los responsables de la matanza de Amritsar (1919): "Lo hice porque tenía un gran rencor hacia el. No pertenezco a ninguna organización. No me importa, no me importa morir... disparé como protesta, he visto gente muriéndose de hambre en la India bajo el imperialismo británico... Hice mi cometido..."

Los gobiernos causantes de esta situación de desahucio para una gran parte del mundo no nos salvarán de estas situaciones de terror. Solo se intentan salvar ellos. Ni tampoco el mundo desahuciado permanecerá impasible aguardando pasivamente su aniquilación.

La percepción social de la existencia de un poder secreto, bárbaro y sin escrúpulos, desbocado, es pues, lo que está cambiando fundamentalmente en las sociedades occidentales. Lo que no ha cambiado es el carácter esencialmente agresor y depredador del sistema capitalista que le acompañó inseparablemente desde sus mismos inicios. No nos equivoquemos: El pillaje del mundo por el Capital empezó hace ya bastantes siglos.

Solamente con una salvedad: mientras en su nacimiento y desarrollo tal carácter agresor y depredador acompañó a la generalización de la propiedad privada como el factor mas determinante de un gran desarrollo de las fuerzas productivas; en su decrepitud es éste la única fuerza básica sobre la que se sostiene. La concentración de la propiedad (su desposesión y exclusión de extensos sectores de la sociedad) agudiza su carácter agresor y depredador sin más perspectiva que la destrucción como forma de supervivencia de los grandes grupos de poder que dirigen el mundo. En su etapa de desarrollo, el capitalismo pudo esperanzar a sus ciudadanos en la grandeza de sus campañas civilizadoras del mundo aunque estas fueran al son de sus cañoneras, de guerras entre burguesías competidoras, de campañas coloniales exterminadoras de pueblos, de guerras opiáceas, de derogación de regímenes patriarcales y feudales…y al mismo tiempo de una feroz explotación de los trabajadores en sus propias metrópolis y del aplastamiento de los intentos revolucionarios. En su etapa de decadencia solo les puede ofrecer estadios de miedo y de control policial incompatibles para el desarrollo de sus vidas.

Entonces, los pueblos "bárbaros" conocieron de mil maneras la brutalidad de la sociedad del Capital pero también su enorme potencialidad tecnológica, su indiscutible ventaja en muchos aspectos de la actividad económica, sanitaria, educacional, en los sistemas de transporte, etc. … que nunca rechazaron y que de una u otra manera desearon para su propio progreso. De todo aquello, hoy únicamente pueden reconocer su actividad criminal y de pillaje, sin más esperanza. ¡Ellos han sido bárbara y paulatinamente excluidos del mundo de progreso que les prometieron¡

En Irak, por ejemplo, ya no resonarían de la misma manera (por mucho que se empecine Bush) las proclamas de Sir Stanley Maude (08/03/1917) tras su conquista después de horrendos bombardeos incendiarios sobre Bagdad (comandados por Arthur Harris que años mas tarde dirigiría la operación Gomorrah contra las poblaciones civiles de las ciudades alemanas al final de la Segunda Guerra Mundial):

"PROCLAMA. Nuestras operaciones militares han tenido como objetivo la derrota del enemigo y su expulsión de estos territorios. Para completar esta tarea, estoy encargado del control supremo y absoluto de todas las regiones en las cuales operan las tropas británicas; pero nuestros ejércitos no vienen a vuestras ciudades y tierras como conquistadores o enemigos, sino como libertadores... Vuestros ciudadanos han estado sujetos a la tiranía de extranjeros... y vuestros padres y vosotros mismos habéis gemido en esas cadenas. Vuestros hijos han sido llevados a guerras que les son ajenas, vuestra riqueza os ha sido arrebatada por hombres injustos y derrochada en diferentes lugares. Es el deseo no sólo de mi Rey y de sus pueblos, sino también de las grandes Naciones de las que él es aliado, que vosotros podáis prosperar incluso como en el pasado, cuando vuestras tierras eran fértiles... Pero vosotros, pueblo de Bagdad... no debéis entender que sea deseo del Gobierno Británico imponer sobre vosotros instituciones extrañas. Es la esperanza del Gobierno Británico que las aspiraciones de vuestros filósofos y escritores sean realidad una vez más, que el pueblo de Bagdad florezca, que disfrute de su riqueza y sustancia con instituciones acordes con sus leyes sagradas y con los ideales de su raza...

Es la esperanza y deseo del pueblo británico... que la raza árabe pueda elevarse una vez más a la grandeza y renombre entre los pueblos de la Tierra... Por lo tanto se me ordena invitaros, por conducto de vuestros Nobles y Mayores y Representantes, a participar en la administración de vuestros asuntos civiles en colaboración con el Representante Político de Gran Bretaña... de modo que podáis uniros con vuestros hermanos del Norte, el Oriente, el Sur y el Poniente en realizar las aspiraciones de vuestra Raza. (Firmado) F S. Maude, teniente general, comandante de las fuerzas británicas en Irak."

Hoy, Blair ya no puede seguir tan fácilmente clamando por la defensa de la civilización occidental cuando ésta ha demostrado suficientemente la degradación del mundo que ha ocasionado y la desesperanza y el estado de temor en la que ha inmerso a sus propios conciudadanos.

La civilización del dinero (que aún siguen llamando incomprensiblemente la civilización de la libertad y de la democracia) ha entorpecido siempre que los pueblos "bárbaros" cuya civilización aún no era la del dinero, accedieran a ella. Hasta tal punto, que en los albores del siglo XXI tal accesibilidad ya está completamente imposibilitada. Se trata ahora de que su andar hacia la extinción o aniquilación se realice sumisamente (y sin sobresaltos en nuestra moderna sociedad occidental) y sin que tal tragedia no sea sensiblemente diferente a otras tantas tragedias de la Historia de las que aún siguen debatiendo su porqué nuestros sesudos antropólogos y estudiosos. La lucha contra el terrorismo ciego y sanguinario, a modo de enemigo invisible, puede ser (es) una coartada perfecta para continuar hasta el final el saqueo del mundo. La civilización del dinero no puede generalizarse: solo sobrevivirá a costa de que una gran parte de los pueblos queden excluidos de ella. Esta es la única verdad que los intelectuales deberían soslayar.

Existe una gran manipulación de los procesos históricos que han conformado la andadura de la especie humana desde tiempos ancestrales. Se nos dice constantemente que los pueblos "bárbaros" no admiten nuestra civilización occidental y se nos machaca en la idea de que quieren destruirnos. Probablemente, si fuera así, llevarían razón a tenor de los resultados que ésta ha ocasionado en sus vidas y la desesperanza en la que se vislumbra su futuro. Las sociedades occidentales deberíamos urgentemente añadirnos también a la lucha contra tal civilización. Deberíamos clamar su decadencia y su inviabilidad como forma de organización de la sociedad de nuestros descendientes. Deberíamos proclamar que nunca el dinero puede estar por encima de la vida, ni interés privado por encima del interés común, ni los recursos de las naciones o de los grupos privados por encima de los intereses generales de nuestra especie, ni nuestra seguridad a costa de la destrucción del mundo y la aniquilación de miles de seres humanos... y declarar común, al servicio de todos los pueblos y de todas las culturas el mayor y mas indiscutible patrimonio cultural de la Humanidad: el conocimiento científico convertido en herramienta tecnológica para paliar el hambre, curar enfermedades, construir escuelas, puentes y medios de transporte, facilitar medios de comunicación...

¿Existe acaso algún pueblo que haya rechazado o pueda llegar a rechazar tales herramientas ?

Esto es lo que realmente nuestra civilización a negado y sigue negando, hasta límites que rallan la más inhumana irracionalidad, a los llamados pueblos "bárbaros". Y existen miles de pruebas históricas demostrativas de como el Capital ha entorpecido e impedido que los pueblos pudieran usar dentro de un proceso lógico y natural de desarrollo de sus sociedades (proceso no exento de conflictos ni de cambios bruscos) los enormes logros de la aplicación del conocimiento científico para transformar sus recursos naturales, para industrializarse, para desarrollar sus sociedades... para ir abandonando culturas y modos de vivir ancestrales para añadirse al compás de su progreso material a una nueva cultura viva y universalista que evidentemente contradice a la civilización que los conquistó y colonizó y que hoy les está desposeyendo "manu militari" de cualquier posibilidad de desarrollo.

Que el puñado de bandidos pertrechados con las armas de destrucción mas terroríficas hasta ahora conocidas sean capaces de alargar y posponer este proceso de decadencia y de inviabilidad del la sociedad del dinero debe ser, para los ciudadanos del mundo, inaceptable. Si lo fuera, esta sería nuestra derrota.

Thor, agosto 2005

El futuro de la Humanidad

  La Humanidad es un Cuerpo. Fragmentos de él -las Personas- son perceptibles con los sentidos. Su masa mayor, constituida por diversos géne...