sábado, junio 21, 2008

Democracia y comunismo



Por: Julio Carreras (h)

A esta altura de nuestra evolución, está demostrado ya que la democracia es el mejor sistema imaginado por la humanidad para su organización política.
Y también que el comunismo es el más justo para su organización social.
La deducción de que la democracia se fortaleció como resultado del “fracaso del comunismo”, es falsa. En primer lugar, porque jamás hubo algún comunismo estatal sobre esta tierra. Ni tampoco alguna democracia real.
Y ¿qué entendemos por “comunismo” y “democracia”?
Comunismo es la utilización de todos los bienes, naturales o artificiales, de una manera armónica, por todos los miembros de una comunidad.
La armonía proviene de que los miembros más fuertes y capaces compartan el resultado de sus afanes con aquellos menos diestros, más débiles o desfavorecidos, por situaciones naturales o accidentales.
Dijimos que jamás se estableció este orden social desde ningún estado. Pero sí durante una breve etapa de la historia occidental, en pequeñas sociedades humanas. Estas fueron las de los primeros cristianos.
Una de la primeras medidas organizativas tomadas por los apóstoles fue la Comunidad de Bienes. (1)
¿Y qué significa esto? Que todos los miembros de la comunidad debían poner sus bienes en común. Todas las propiedades excedentes fueron vendidas y el dinero puesto en común. Cada familia conservó lo esencial para una existencia digna.
El criterio acerca de lo necesario para que una familia fuese digna, no surgía desde su propia opinión, sino de las emitidas en asamblea. Ello porque cada persona, generalmente, cree necesitar más de lo que verdaderamente asegura su existencia plena.
Este fue, según creemos, el primero y único sistema comunista de organización social que existió sobre la Tierra.
Ahora veamos lo que entendemos por democracia.
Democracia es un sistema de organización política en el cual los coordinadores de una sociedad son elegidos libremente por todos los miembros de esa comunidad.

Los sistemas reales

Tanto las democracias capitalistas como las dictaduras que se establecieron en nombre del comunismo, no pudieron o no quisieron desarrollar la esencia de sus concepciones en la práctica.
Dentro de un sistema capitalista es absolutamente imposible el desarrollo de una democracia real. Bajo una organización socialista, hubiera podido establecerse gradualmente, pero resultó frustrada, debido a la defección de sus dirigentes.
Cuba parece el único país de dictadura socialista donde se practica un tipo de democracia, muy imperfecta aún, que puede evolucionar hasta consolidarse definitivamente.
Dos factores permitieron este desarrollo armónico en la República Socialista de Cuba, según nuestro criterio. Uno fue la extraordinaria calidad humana de sus dirigentes. El Ché Guevara, Fidel Castro, Camilo Cienfuegos y otros dirigentes revolucionarios fueron de lo mejor que existió en el mundo, no solamente como políticos, sino integralmente, como seres humanos.
El otro factor, la relativa pequeñez de la Isla, donde cualquier proceso político y social era pasible de ser controlado exitosamente por la conducción.
Ernst Friedrich Schumacher, en su libro Lo pequeño es hermoso, sostiene que la irracionalidad monstruosa del mundo actual es por la escala gigantesca en que se han establecido sus sistemas económicos mundiales. Este libro, publicado en 1973, propone sociedades pequeñas, de no más de 25 o 30 mil habitantes, extendidas en redes solidarias sobre todo el mundo. Y una economía sustentada en la autosuficiencia y el trueque.
Las comunidades que les tocó gobernar a los revolucionarios cubanos, cumplen aproximadamente con esos parámetros.

Comunismo y democracias en el siglo XX

El comunismo cristiano fue descomponiéndose en los primeros tres siglos de su existencia, a medida que su influencia alcanzaba a cada vez más cantidad de personas. Retrospectivamente puede aplicarse la concepción económica de Schumacher a esta disolución. Las necesidades políticas de una dirigencia establecida sobre amplias masas diversas, terminó por desplazar el bien común de entre las razones de estado. Para sustituirlo por la satisfacción de las “necesidades” de sus dirigentes -como en todos los procesos políticos semejantes.
La misma Iglesia Católica -ya no cristiana-, ahogaría en sangre algunos intentos socializantes, como los de los Cátaros o los Bogomiles de Europa, entre los siglos X y XIII. La corriente franciscana -una especie de “keynesianismo” dentro de la iglesia católica, duró lo que la vida de su fundador. Pronto fue cooptado por la estructura corrupta del catolicismo, homologando a sus monjes con el status acristiano de la mayoría de sus miembros normales.
Recién hacia los siglos XVIII y XIX surgieron corrientes políticas que tendían hacia el comunismo entre los intelectuales europeos. Sin duda sus mayores exponentes fueron Karl Marx y Friedrich Engels, quienes dotaron a la humanidad de una obra extraordinaria. Por primera vez en la historia, los procesos económicos de las sociedades fueron estudiados bajo pautas honestamente científicas. Especialmente Marx fue cruelmente castigado en vida, por todas las sociedades capitalistas, y de algún modo esa “maldición” lo persigue hasta hoy.
Tampoco logró constituir un partido que tome el poder político para el socialismo. El mayor acercamiento a esto sucedió en 1848, en Francia, pero el proceso fue abortado combinando la seducción política con represión, por la burguesía capitalista de entonces.
Casi inesperadamente pudo establecerse un gobierno comunista en el territorio de Rusia, a principios del siglo XX. Su éxito político fue seguido por otras revoluciones exitosas: la china, la coreana, la cubana, la vietnamita. En el mundo entero bulló un fervor que pronto -hacia los 60- impulsaría intentos socialistas como el de Argelia, Libia, Angola, Etiopía o Chile. Además de un tipo de socialismo burocrático, impuesto a los países europeos bajo la conducción de Rusia.
Todos fracasaron -con excepción de Cuba-, por la paulatina concentración absoluta del poder en una nueva clase dominante.
Las “democracias” existentes, todas capitalistas, se vieron obligadas, ante el surgimiento del comunismo soviético, a buscar alternativas novedosas, para evitar su “contagio”. Las dos primeras guerras mundiales -surgidas únicamente del área capitalista-, obligaron además a establecer modificaciones concretas a las políticas de estado.
Así surgió el “estado de bienestar”, después de la segunda guerra mundial, que fue un ablandamiento moderado de la voracidad capitalista, para desactivar el potencial revolucionario de los sindicatos obreros y algunos partidos políticos que utilizaban su apoyo masivo.
Pero al lograr corromper desde fuera, exitosamente, a los estados comunistas, o eliminar sangrientamente otros intentos, como el de Salvador Allende en Chile, el capitalismo no vio ya barreras que le impidiesen mostrar su perversa y aniquilante faz real.
Esto comenzó a ocurrir hacia fines de los 70, pero tuvo su cúspide (precipitando al abismo a la mayor parte de la Tierra) entre 1990 y 2.000.
La democracia, utilizada por necesidad con un cierto grado de eficiencia en los países más económicamente desarrollados, hacia los 50 y 60, decayó en relación directamente proporcional con el éxito de sus “defensores” para desmontar cualquier peligro político que se interpusiera a sus ambiciones de poder total y lucro infinito.

Futuro del comunismo

Las primeras comunidades cristianas fueron perseguidas de un modo cruel por el más grande poder de entonces: el Imperio Romano. Todos los demás reinos, medianos, pequeños y hasta ínfimos, cerraron filas con los represores. Y ninguno protegió a los perseguidos. Sin embargo, las ideas esenciales del cristianismo permanecieron.
También el comunismo marxista fue perseguido por todos los gobiernos del mundo -sin distinción de monarquías, dictaduras como las nazi-fascistas o “democracias”. Después de la fugaz vigencia de sus líderes más honestos, cayó finalmente bajo la corrupción interna y las presiones externas del capitalismo.
Igual que el cristianismo sincero, las ideas comunistas marxistas permanecieron vivas en miles de personas honestas en todo el mundo.
La diferencia entre estos dos comunismos -el cristiano y el marxista-, existe únicamente en un plano que podría llamarse metafísico.
Mientras el primero ordena todas sus acciones hacia objetivos religiosos, el segundo declara no tener religión -e incluso la inexistencia de un plano metafísico.
Los avances de la ciencia cuántica, sin embargo, y la experiencia dinámica de la revolución socialista llevada a la práctica, ha ido achicando la distancia entre estas dos franjas de luchadores políticos. Hasta, incluso, hacerla desaparecer en algunos casos.
La realidad terráquea hoy indica con claridad que las opciones superadoras para la humanidad se presentan únicamente a través de sistemas que se propongan la evolución hacia el comunismo.
Otros caminos, insistiendo en conservar el capitalismo, incluso “renovándolo” (cuestión imposible), sólo pueden llevar a la destrucción de gran parte -o toda- nuestra humanidad.


(1) En Hechos 2:44-46 dice “Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos según la necesidad de cada uno”.
Y dos capítulos más adelante (Hch 4:32) reitera: “En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie consideraba suyo nada de lo que tenía. (La Biblia, traducción de Luis A. Schökel y Juan Mateos, Ediciones Cristiandad, Madrid, 1975.)

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