domingo, febrero 06, 2005

Leves lágrimas

A pesar de los pesares uno mira por la ventanilla y encuentra al sol por las mañanas. Y cuando él pinta las hojas de los eucaliptos en Libertad y Colón, puede emocionarnos casi hasta las lágrimas.
¿Por qué la belleza a veces nos da como unas ganas de llorar? ¿Será el haber sufrido tanto, que el dulzor de una cierta melodía, o un árbol pintado por el sol, semeja en nuestro ánimo una caricia?
Y como el hijo que ha viajado durante muchos años por el mundo, recibiendo en su piel toda clase de humillaciones y adversidades. Y regresa ya con los cabellos blancos a recibir la bendición de su madre.
Y al oír los primeros acordes de su voz antes de abrir la puerta, llora.
Así nuestra alma se conmueve humedeciendo los ojos ante el temblor de los álamos en la brisa o un gorjear de pájaros.
Porque quien ha conocido el dolor más cruel sabe gustar con deleite las más sencillas alegrías. Y agradecerlas.
Como las cigarras.

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