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Mostrando las entradas de febrero, 2005

Ejemplo de Democracia Soberana

Publicado en Indymedia Barcelona, el 17 de agosto de 2004 Las elecciones del 15 y 16 de agosto en Venezuela han consagrado a este país, y a su presidente, Hugo Chávez, como los más democráticos del mundo. El triunfo del presidente Hugo Chávez en el referéndum revocatorio fue recocido por todos los observadores internacionales. Incluyendo al ex presidente de Estados Unidos James Carter y el Presidente de la OEA, César Gaviria. Este triunfo se verificó, según los últimos recuentos, por más del 60 % ciento de los votos. El pueblo se volcó masivamente a las urnas, registrándose una abstención de menos del 13 %, mientras que en los períodos anteriores a Chávez se alcanzaban normalmente índices de abstención que rondaban el 60 %. Pese a estas claras definiciones, los sectores adinerados de Venezuela y los medios de comunicación controlados por ellos se negaron a aceptarlos, lanzando una violenta protesta que terminó con el fallecimiento de una persona. Pocas horas después el noticiero

El egoísmo es un toro muy difícil de voltear

En nuestra infancia conocimos a un hombre que solía voltear novillos tomándolos de las guampas. El pesado animal venía a la carrera, levantando un polvaredal que lo tapaba. El hombre, mirando fijamente con sus ojos verdes lo esperaba alerta. Cuando el animal estaba por llegar a él se lanzaba hacia su cabeza, tomaba un cuerno en cada mano y con un movimiento ágil lo derribaba. Después venían los peones, rápidamente se tiraban encima y lo inmovilizaban. El mismo hombre que tan fácilmente efectuaba esas hazañas, solía irse de su hogar por tras de alguna mujer, dejando a su familia abandonada. Regresaba desencantado, agrio, sin entusiasmo ni dinero, varios meses después, reclamando encima que su esposa y sus hijos lo consolaran. Estas costumbres bárbaras se conservan aún hoy en algunos lugares de nuestra campaña. Cuán deseable sería que estos hombres, así como se animan a enfrentar fieras bestias con riego de su vida, se atreviesen también a enfrentar al egoísmo, esa bestia nefanda que

Leves lágrimas

A pesar de los pesares uno mira por la ventanilla y encuentra al sol por las mañanas. Y cuando él pinta las hojas de los eucaliptos en Libertad y Colón, puede emocionarnos casi hasta las lágrimas. ¿Por qué la belleza a veces nos da como unas ganas de llorar? ¿Será el haber sufrido tanto, que el dulzor de una cierta melodía, o un árbol pintado por el sol, semeja en nuestro ánimo una caricia? Y como el hijo que ha viajado durante muchos años por el mundo, recibiendo en su piel toda clase de humillaciones y adversidades. Y regresa ya con los cabellos blancos a recibir la bendición de su madre. Y al oír los primeros acordes de su voz antes de abrir la puerta, llora. Así nuestra alma se conmueve humedeciendo los ojos ante el temblor de los álamos en la brisa o un gorjear de pájaros. Porque quien ha conocido el dolor más cruel sabe gustar con deleite las más sencillas alegrías. Y agradecerlas. Como las cigarras.

Sobreabundacia de motores

Ya casi nadie carece de auto en esta ciudad. Viejo, nuevo, desvencijado o reluciente, no importa. Y los que no tienen auto, tienen moto. Tal cuestión no sería tan grave, si al menos estos innumerables, ruidosos, y humosos vehículos, se condujeran con prudencia por sus carriles. Pero no solamente invaden los ajenos -constantemente superan a los otros por la derecha, acción claramente prohibida por las normas de tránsito, sino se suben a las veredas -las motos-, se lanzan de contramano, con peligro de sus propias vidas y las de sus hijitos, que muchas veces llevan -los ciclomotores y bicicletas-. Por favor: si usted tiene un vehículo, pequeño o grande, y nos ha concedido la gracia de leer estas sencillas líneas: propóngase hoy respetar las normas elementales del tránsito. Nada más. Con ello, seguramente, hará esta ciudad un poco mejor.

Conciencia del vivir

¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento?/¿Dónde está el conocimiento que hemos perdido en información?/ ¿Dónde está la vida que hemos perdido en existir?/ Estos versos de Eliot nos dejan con el aliento cortado por colocarnos de súbito ante una situación trascendente. Como en la boca de una caverna, donde se ocultara el secreto del Universo. “¿Dónde está la vida que hemos perdido en existir?” Pero, ¿cómo se existe, para no perder la vida? “El que quiera ganar su vida debe perderla” se nos ha dicho también. ¿Entonces, tenemos que cursar la vida “como perdiéndola”? Lo que parece cierto es que para vivir la vida sin “consumirla” hay que tener conciencia. Y para tener conciencia debemos mirar las cosas en su interior. Y mirar el interior de las cosas sólo parece posible desde nuestro interior. Conciencia de nosotros, que significa no estar distraídos. Y así disfrutar conciencia de los otros: nuestros familiares, nuestros amigos. Algo tan maravilloso que al descubrirlo

Hacer

Hay una fórmula secreta para lograr que nuestros semejantes nos quieran. Es hacer todo lo que veamos como necesario a nuestro alrededor. Empezando por nuestra casa. Si vemos un plato que no se ha lavado, pues hagámoslo nosotros. Si alguien dejó la basura sin recoger, tomemos la escoba, la palita, y juntémosla cuidadosamente para tirarla al tacho o la bolsa. Sin protestar, por cierto, pues de otro modo estaríamos anulando el efecto positivo de nuestra acción. Especialmente los hombres, debemos dejar de creer que con llevar algún dinero a la casa termina nuestra obligación. Me pareció maravilloso el otro día ver a uno de los intelectuales más talentosos de Santiago barriendo la vereda de su ancha casa. Más grande que cualquier filosofía, es la capacidad de actuar bien. Una sencilla frase nos ayudará: "Si algún trabajo está sin hacer, ¿por qué no he de ser yo quien lo haga?"

Autodestrucción

Una hermosa parejita cruzaba la florida plazoleta del barrio. A lo lejos se oía el rugir de los motores, asordinado. Y en el horizonte pintaba de naranja las nubes el sol que huía. Era una postal. Él, delgado, de zapatillas, la abrazaba. Ella se dejaba llevar, como un esquife en dulce ola. Él estiró la mano hacia un costado, como buscando algo. Y arrancó un gajo a un pequeño árbol, que trabajosamente crecía a un lado del sendero. La dulzura del amor adolescente se perdió. Las nubes rojizas parecieron ensombrecerse. ¿Cómo era posible que alguien en una situación tan feliz no pudiera darse cuenta de que el árbol es también una criatura que merece ser amada? Los culpables, seguramente, fueron sus padres. Que no tuvieron tiempo de enseñarle que las plantas son una de las riquezas más grandes con que puede contar una sociedad civilizada. Como no tienen tiempo, o ganas, de enseñárselo otros padres a miles de niños. Pues todos los días desgajan bárbaramente otros miles de árboles en br

Machismo y violencia en la sociedad

El Señor Feudal "podrá acostarse con la esposa del recién casado" dice un artículo de la ley Normanda. En su redacción de 1419, luego de numerosos conflictos ocurridos por causa de este derecho estatal, se atenúan anteriores disposiciones agregando la posibilidad de evitarlo "si éste (el recién casado) o sus parientes [...] entregan el dinero del rescate".(1) Tal beneficio para los poderosos no merecería mayores comentarios. Basta una reflexión accesible al cerebro menos cultivado para comprender que, desde los orígenes de la organización humana, los criminales, despiadados, astutos, audaces, fueron estableciendo su dominación sobre los demás, obligándolos a cumplir hasta sus exigencias más humillantes. El detalle singular es, sin embargo, que quienes ejercían este derecho brutal, de copular con la joven esposa antes de su esposo legal -o copular, cuando se les antojase, con las hijas de las numerosas familias que habitaban sus extensos campos- eran llamados "